Diario El Mundo-.-------------------
Piden incluir en la Ley de Identidad de Género a menores e inmigrantes.
Colectivos de transexuales reclaman que los diagnosticados con disforia de género que aún no tengan 18 años puedan cambiar de sexo y nombre
La Ley de Identidad de Género cambiará el martes de sexo parlamentario, un viaje del Congreso al Senado para empezar a hacer historia. Ese día, los diputados aprobarán una norma que permitirá a los transexuales inscribirse en el Registro Civil de acuerdo «a su verdadera identidad de género» y sin que necesariamente hayan pasado por ese quirófano de bisturíes genitales.
Pero el texto que salga del Congreso tiene aún renglones por escribir, matices que los diputados discutirán enmienda a enmienda en la Comisión de Justicia. Varios colectivos de transexuales apuran los minutos y quieren que la ley tenga tiempo de incorporar a los inmigrantes y a los menores.
Por ejemplo, piden que se reconozca el derecho de las personas transexuales inmigrantes a que en los documentos expedidos por España (la carta de residencia) figure «un nombre que sea conforme al género social con el que viven», dice Kim Pérez, presidenta de la Asociación de Identidad de Género de Andalucía, que firma un comunicado junto a organizaciones del País Vasco, Navarra, Cataluña, Canarias y Castilla y León.
Asunto complicado, contesta la socialista Carmen Montón, que está pasando su primera legislatura arrancando por los despachos de Las Cortes derechos nuevos. «La ley modifica el Registro Civil español, no el de los países de origen de los inmigrantes, entre otras cosas, porque no nos podemos meter en el Derecho de ningún país. Un permiso de residencia es como un DNI, así que si aceptáramos eso, la persona tendría dos sexos: uno con los documentos de aquí y otro con los documentos de su país. Y eso sí que crea indefensión jurídica. Aun así, es una reivindicación que debería aceptarse, aunque de momento escapa al objeto de esta ley».
La otra petición de los grupos de transexuales es que, a petición de sus padres o tutores, los menores de edad diagnosticados de disforia de género «puedan usar legalmente un nombre conforme al género social en que vivan, con el fin de minimizar las situaciones de acoso, y condicionado a su ratificación al alcanzar la mayoría de edad».
A la diputada Montón le seduce la idea de valorar la pubertad como un momento de madurez sexual, un tiempo de garantía de género, pero no tiene noticias de movimiento gubernamental en este asunto. La solución, el martes.
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