Fuente: SentidoG-.
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San Salvador.- Este jueves ha sido un día importante para la maltratada comunidad transexual de El Salvador. Por primera vez, las puertas del Ministerio de Gobernación se abrían para celebrar un acto contra la salvaje transfobia que día a día tiene que soportar. Se presentaba Translatina, documental auspiciado por la Organización Panamericana de la Salud, Onusida y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Un interesante artículo publicado en “El Faro” retrata como se vivió la jornada.
De producción peruana, Translatina presenta a lo largo de 93 minutos numerosos testimonios de personas transexuales de América Latina que se enfrentan al rechazo, la humillación, la exclusión social y la falta de acceso a derechos como la educación, la salud y el trabajo. Y a veces, simplemente, a la violencia física y la muerte. “En Centroamérica, en el último año, se han registrado más de 50 asesinatos en la comunidad transgénero”, afirma la directora de la Organización Panamericana de la Salud para la región. Sólo en El Salvador, en 2009, la comunidad LGTB ha denunciado 23 asesinatos, 14 de ellos de chicas transexuales.
Algunos de los asesinatos de 2009 sucedieron en el contexto de los debates legislativos sobre la reforma constitucional que los sectores conservadores querían imponer para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y eso que la comunidad LGTB salvadoreña ni siquiera reivindica dicho derecho, sino simplemente un marco legislativo que les proteja de la discriminación. “En una sociedad machista y particularmente discriminativa”, reconoce el propio viceministro de Salud salvadoreño, Eduardo Espinoza.
Una anécdota que retrata a la perfección la realidad social salvadoreña: ASPIDH (Asociación Solidaria para Impulsar el Desarrollo Humano) es el nombre legal de “El Nombre de la Rosa”, una organización que vela por los derechos de la comunidad transgénero de El Salvador. Según cuenta Mónica Hernández, su directora, la asociación luchó sin éxito durante doce años para legalizar sus estatutos en el Ministerio de Gobernación. El resultado siempre fue negativo simplemente porque en ellos aparecía la defensa de la diversidad sexual. Tuvieron que cambiar el nombre de la asociación y referirse en sus estatutos de derechos humanos en general. No ha sido hasta este año, con nuevo Gobierno, cuando ha sido reconocida oficialmente como una asociación que lucha por los derechos humanos de la comunidad transgénero y por la diversidad sexual.
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San Salvador.- Este jueves ha sido un día importante para la maltratada comunidad transexual de El Salvador. Por primera vez, las puertas del Ministerio de Gobernación se abrían para celebrar un acto contra la salvaje transfobia que día a día tiene que soportar. Se presentaba Translatina, documental auspiciado por la Organización Panamericana de la Salud, Onusida y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Un interesante artículo publicado en “El Faro” retrata como se vivió la jornada.
De producción peruana, Translatina presenta a lo largo de 93 minutos numerosos testimonios de personas transexuales de América Latina que se enfrentan al rechazo, la humillación, la exclusión social y la falta de acceso a derechos como la educación, la salud y el trabajo. Y a veces, simplemente, a la violencia física y la muerte. “En Centroamérica, en el último año, se han registrado más de 50 asesinatos en la comunidad transgénero”, afirma la directora de la Organización Panamericana de la Salud para la región. Sólo en El Salvador, en 2009, la comunidad LGTB ha denunciado 23 asesinatos, 14 de ellos de chicas transexuales.
Algunos de los asesinatos de 2009 sucedieron en el contexto de los debates legislativos sobre la reforma constitucional que los sectores conservadores querían imponer para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y eso que la comunidad LGTB salvadoreña ni siquiera reivindica dicho derecho, sino simplemente un marco legislativo que les proteja de la discriminación. “En una sociedad machista y particularmente discriminativa”, reconoce el propio viceministro de Salud salvadoreño, Eduardo Espinoza.
Una anécdota que retrata a la perfección la realidad social salvadoreña: ASPIDH (Asociación Solidaria para Impulsar el Desarrollo Humano) es el nombre legal de “El Nombre de la Rosa”, una organización que vela por los derechos de la comunidad transgénero de El Salvador. Según cuenta Mónica Hernández, su directora, la asociación luchó sin éxito durante doce años para legalizar sus estatutos en el Ministerio de Gobernación. El resultado siempre fue negativo simplemente porque en ellos aparecía la defensa de la diversidad sexual. Tuvieron que cambiar el nombre de la asociación y referirse en sus estatutos de derechos humanos en general. No ha sido hasta este año, con nuevo Gobierno, cuando ha sido reconocida oficialmente como una asociación que lucha por los derechos humanos de la comunidad transgénero y por la diversidad sexual.