El Diario Vasco y El Correo-.
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Por María José Carrero
- Dos transexuales operados relatan la dramática experiencia de nacer en un cuerpo «equivocado»
Las elecciones del próximo 22 de mayo marcarán un antes y después para las personas transexuales. Por primera vez, un Parlamento -la Asamblea de Madrid- contará en sus escaños con una diputada del colectivo también conocido como transgénero. Carla Antonelli figura en los puestos de salida de la candidatura del PSOE que encabeza Tomás Gómez para las autonómicas. El camino hasta convertirse en 'señoría' no ha sido fácil para ella. Tampoco lo es la vida diaria para los transexuales que tienen que enfrentarse a los prejuicios de una sociedad que, además de desconocer su realidad, les margina e, incluso, les convierte en objeto de burla.
La donostiarra Andrea Muñiz y Ares Piñeiro, de Santurtzi, son dos ejemplos de la lucha de este grupo por hacer valer sus derechos. Al frente de las asociaciones Errespetuz y Transexualidad Euskadi, respectivamente, han liderado diferentes batallas como conseguir que, a finales de 2009, Osakidetza incluyese entre sus prestaciones las operaciones de reasignación sexual (*1) que, hasta entonces, subvencionaba para que se practicaran en clínicas privadas. La medida no llegó a tiempo para Ares. Andrea, en cambio, es una de las diez personas operadas en Cruces en estos catorce meses. Uno y otra relatan su experiencia por haber nacido con unos órganos sexuales con los que nunca se identificaron.
Ares Piñeiro
«Quería un barco pirata, pero los Reyes siempre me traían muñecas»
«Nací con cuerpo de mujer, pero soy hombre». Si algo molesta a Ares Piñeiro, 38 años, es cualquier referencia a la etapa en la que su físico era femenino. Y le molesta por una razón muy simple: «soy hombre y siempre lo he sido», proclama tajante. «El sexo no está en los genitales, sino en la cabeza». Esta frase refleja el sufrimiento que arrastra un transexual hasta lograr que mente y cuerpo sintonicen, que vayan a la par, sin interferencias.
Ares -su nombre anterior no existe, lo quemó hace tiempo «igual que las fotos»- percibió desde muy pequeño que algo no le cuadraba. «Quería tener 'pitilín'. Quería un scalextric o un barco pirata, pero los Reyes me traían siempre una muñeca, así que terminé por tirarla por la ventana», cuenta este joven de Santurtzi, cuyo recuerdo de la infancia es bastante amargo. «En el colegio, lo que deseaba era jugar con otros niños y no me dejaban. He sufrido insultos. No llevaba lazos, no me gustaban; quería ropa de chico porque siempre me he sentido chico, pero lo que me llamaban era 'marichico' o 'chicazo'»
La niñez no fue fácil, pero la adolescencia resultó un horror. Si por lo general se trata de una etapa difícil por los cambios hormonales, puede resultar un tormento para personas como Ares. «La pasé solo, sufriendo en silencio. Decidí que me vestiría como un hombre». Una consecuencia directa del drama interno fue el fracaso escolar. A los 15 años, el chaval con aspecto de chica dejó de estudiar y se encerró en la habitación. El drama individual adquirió dimensión familiar. «Mis padres veían lo que pasaba, pero les costaba admitirlo. Tampoco conocíamos a nadie en la misma situación».
Ares empezó a ver la luz al final del túnel cuando contactó con el servicio vasco de atención a homosexuales, bisexuales y transexuales Berdindu. «Me permitió relacionarme con gente como yo». Tras aquel primer paso, entró de lleno en la acción. Puso en marcha Errespetuz, una asociación en defensa de los derechos de los transexuales. (*2)
Hace cuatro años, se operó. Como Osakidetza no cubría entonces esta cirugía, recurrió a una clínica privada. Necesitó dos meses para recuperarse, pero mereció la pena. «La reasignación de sexo no es cumplir un sueño, sino despertar de una pesadilla. Por fin mi cabeza estaba acorde con mi cuerpo», comenta. El cambio de nombre en el DNI le costó dos años. Ser Ares a efectos oficiales fue un respiro porque dejó de soportar miradas impertinentes cada vez que debía identificarse o tenía una entrevista de trabajo que siempre terminaba con el evasivo «ya le llamaremos».
Los coches son su debilidad. Tiene todos los carnés de conducir. Desde hace unos meses trabaja con un camión en el Ayuntamiento de Santurtzi. Además, cuenta con el respaldo de su familia. ¿Se puede pedir más? «Sí. Queda mucho por hacer. Hay que informar a la sociedad, seguir en la lucha para que otras personas transexuales no pasen por un sufrimiento tan largo».
Andrea Muñiz
«Sería una buena concejala»
Es donostiarra y afiliada al PSE, así que su aspiración política no debe producir sorpresa. «Estoy segura de que sería una buena concejala para asuntos sociales y temas de igualdad», se ofrece. «Lo puedo hacer muy bien». ¿Se darán por aludidos los dirigentes su partido? Andrea Muñiz es así de directa. Dice lo que piensa. Y piensa mucho, aunque por su extrovertido carácter puede no parecerlo.
Esta mujer transexual festeja tres cumpleaños porque ha nacido tres veces. La primera, el día de su llegada a este mundo, hace 41 años, con unos órganos sexuales «equivocados». La segunda celebración coincide con la fecha en la que pudo ser Andrea en el Registro Civil. De esto no hace tanto -poco más de tres años- y fue tras una larga pelea por hacer valer sus derechos tras la entrada en vigor de la Ley de Identidad de Género. Desde ese momento, dejó de tener que dar explicaciones siempre que le pedían el DNI. Al tercer y definitivo cumpleaños asistirá por primera vez el próximo 1 de marzo con motivo del primer aniversario de la doble operación -reconstrucción mamaria y vaginoplastia- que le ha permitido «vivir en paz» conmigo misma.
«Ha sido como volver a nacer a los cuarenta años. Me ha hecho mucho más consciente del sentido de la vida, de lo que significa nacer, vivir, morir, tener hijos o no tenerlos», comenta más seria. Y en su faceta más divertida señala que desprenderse «de lo que tenía entre las piernas» le ha permitido disfrutar del sexo como ella quería.
Fueron nueve horas de intervención y cinco días de cuidados intensivos, «pero volvería a pasar por ello. Me parto de la risa cuando la gente, desde su desconocimiento, dice 'es que quiere ser mujer'. ¡Como si hormonarte de por vida y meterte en un quirófano fuera un capricho!». Hasta conseguir el equilibrio entre el físico y la psique, Andrea ha recorrido «un camino durísimo». De niña ya percibía que «era diferente; pero, como es lógico, a esas edades no sabes qué te pasa».
A los 17, lo tuvo ya claro y decidió pasar a la acción. Esto es, pelo hasta la cintura y uñas bien largas y esmaltadas. Frente al rechazo de hermanos, encontró la comprensión de sus padres a los que, ya fallecidos, no olvida en sus blogs. Desde la página en internet, la presidenta de Transexualidad Euskadi exige medidas que pongan fin a la discriminación del colectivo. Le preocupa que haya todavía transexuales femeninas que tengan que vivir de la prostitución ante la imposibilidad de encontrar un empleo. «La sociedad debe valorar el trabajo que puede hacer una persona, no su sexo», clama. De momento, es un clamor en el desierto.
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Por María José Carrero
- Dos transexuales operados relatan la dramática experiencia de nacer en un cuerpo «equivocado»
Las elecciones del próximo 22 de mayo marcarán un antes y después para las personas transexuales. Por primera vez, un Parlamento -la Asamblea de Madrid- contará en sus escaños con una diputada del colectivo también conocido como transgénero. Carla Antonelli figura en los puestos de salida de la candidatura del PSOE que encabeza Tomás Gómez para las autonómicas. El camino hasta convertirse en 'señoría' no ha sido fácil para ella. Tampoco lo es la vida diaria para los transexuales que tienen que enfrentarse a los prejuicios de una sociedad que, además de desconocer su realidad, les margina e, incluso, les convierte en objeto de burla.
La donostiarra Andrea Muñiz y Ares Piñeiro, de Santurtzi, son dos ejemplos de la lucha de este grupo por hacer valer sus derechos. Al frente de las asociaciones Errespetuz y Transexualidad Euskadi, respectivamente, han liderado diferentes batallas como conseguir que, a finales de 2009, Osakidetza incluyese entre sus prestaciones las operaciones de reasignación sexual (*1) que, hasta entonces, subvencionaba para que se practicaran en clínicas privadas. La medida no llegó a tiempo para Ares. Andrea, en cambio, es una de las diez personas operadas en Cruces en estos catorce meses. Uno y otra relatan su experiencia por haber nacido con unos órganos sexuales con los que nunca se identificaron.
Ares Piñeiro
«Quería un barco pirata, pero los Reyes siempre me traían muñecas»
«Nací con cuerpo de mujer, pero soy hombre». Si algo molesta a Ares Piñeiro, 38 años, es cualquier referencia a la etapa en la que su físico era femenino. Y le molesta por una razón muy simple: «soy hombre y siempre lo he sido», proclama tajante. «El sexo no está en los genitales, sino en la cabeza». Esta frase refleja el sufrimiento que arrastra un transexual hasta lograr que mente y cuerpo sintonicen, que vayan a la par, sin interferencias.
Ares -su nombre anterior no existe, lo quemó hace tiempo «igual que las fotos»- percibió desde muy pequeño que algo no le cuadraba. «Quería tener 'pitilín'. Quería un scalextric o un barco pirata, pero los Reyes me traían siempre una muñeca, así que terminé por tirarla por la ventana», cuenta este joven de Santurtzi, cuyo recuerdo de la infancia es bastante amargo. «En el colegio, lo que deseaba era jugar con otros niños y no me dejaban. He sufrido insultos. No llevaba lazos, no me gustaban; quería ropa de chico porque siempre me he sentido chico, pero lo que me llamaban era 'marichico' o 'chicazo'»
La niñez no fue fácil, pero la adolescencia resultó un horror. Si por lo general se trata de una etapa difícil por los cambios hormonales, puede resultar un tormento para personas como Ares. «La pasé solo, sufriendo en silencio. Decidí que me vestiría como un hombre». Una consecuencia directa del drama interno fue el fracaso escolar. A los 15 años, el chaval con aspecto de chica dejó de estudiar y se encerró en la habitación. El drama individual adquirió dimensión familiar. «Mis padres veían lo que pasaba, pero les costaba admitirlo. Tampoco conocíamos a nadie en la misma situación».
Ares empezó a ver la luz al final del túnel cuando contactó con el servicio vasco de atención a homosexuales, bisexuales y transexuales Berdindu. «Me permitió relacionarme con gente como yo». Tras aquel primer paso, entró de lleno en la acción. Puso en marcha Errespetuz, una asociación en defensa de los derechos de los transexuales. (*2)
Hace cuatro años, se operó. Como Osakidetza no cubría entonces esta cirugía, recurrió a una clínica privada. Necesitó dos meses para recuperarse, pero mereció la pena. «La reasignación de sexo no es cumplir un sueño, sino despertar de una pesadilla. Por fin mi cabeza estaba acorde con mi cuerpo», comenta. El cambio de nombre en el DNI le costó dos años. Ser Ares a efectos oficiales fue un respiro porque dejó de soportar miradas impertinentes cada vez que debía identificarse o tenía una entrevista de trabajo que siempre terminaba con el evasivo «ya le llamaremos».
Los coches son su debilidad. Tiene todos los carnés de conducir. Desde hace unos meses trabaja con un camión en el Ayuntamiento de Santurtzi. Además, cuenta con el respaldo de su familia. ¿Se puede pedir más? «Sí. Queda mucho por hacer. Hay que informar a la sociedad, seguir en la lucha para que otras personas transexuales no pasen por un sufrimiento tan largo».
Andrea Muñiz
«Sería una buena concejala»
Es donostiarra y afiliada al PSE, así que su aspiración política no debe producir sorpresa. «Estoy segura de que sería una buena concejala para asuntos sociales y temas de igualdad», se ofrece. «Lo puedo hacer muy bien». ¿Se darán por aludidos los dirigentes su partido? Andrea Muñiz es así de directa. Dice lo que piensa. Y piensa mucho, aunque por su extrovertido carácter puede no parecerlo.
Esta mujer transexual festeja tres cumpleaños porque ha nacido tres veces. La primera, el día de su llegada a este mundo, hace 41 años, con unos órganos sexuales «equivocados». La segunda celebración coincide con la fecha en la que pudo ser Andrea en el Registro Civil. De esto no hace tanto -poco más de tres años- y fue tras una larga pelea por hacer valer sus derechos tras la entrada en vigor de la Ley de Identidad de Género. Desde ese momento, dejó de tener que dar explicaciones siempre que le pedían el DNI. Al tercer y definitivo cumpleaños asistirá por primera vez el próximo 1 de marzo con motivo del primer aniversario de la doble operación -reconstrucción mamaria y vaginoplastia- que le ha permitido «vivir en paz» conmigo misma.
«Ha sido como volver a nacer a los cuarenta años. Me ha hecho mucho más consciente del sentido de la vida, de lo que significa nacer, vivir, morir, tener hijos o no tenerlos», comenta más seria. Y en su faceta más divertida señala que desprenderse «de lo que tenía entre las piernas» le ha permitido disfrutar del sexo como ella quería.
Fueron nueve horas de intervención y cinco días de cuidados intensivos, «pero volvería a pasar por ello. Me parto de la risa cuando la gente, desde su desconocimiento, dice 'es que quiere ser mujer'. ¡Como si hormonarte de por vida y meterte en un quirófano fuera un capricho!». Hasta conseguir el equilibrio entre el físico y la psique, Andrea ha recorrido «un camino durísimo». De niña ya percibía que «era diferente; pero, como es lógico, a esas edades no sabes qué te pasa».
A los 17, lo tuvo ya claro y decidió pasar a la acción. Esto es, pelo hasta la cintura y uñas bien largas y esmaltadas. Frente al rechazo de hermanos, encontró la comprensión de sus padres a los que, ya fallecidos, no olvida en sus blogs. Desde la página en internet, la presidenta de Transexualidad Euskadi exige medidas que pongan fin a la discriminación del colectivo. Le preocupa que haya todavía transexuales femeninas que tengan que vivir de la prostitución ante la imposibilidad de encontrar un empleo. «La sociedad debe valorar el trabajo que puede hacer una persona, no su sexo», clama. De momento, es un clamor en el desierto.
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(*1) La Asociación TRANSEXUALIDAD-EUSKADI, fue la Asociación que trabajó durante el transcurso de los años 2004 a 2007 con la parlamentaria socialista la Sra. Dña Coral Rodríguez Fouz, para poner en marcha la actual Unidad de Identidad Género que se encuentra en el Hospital de Cruces en Baracaldo (Vizcaya).Una vez aprobado el proyecto en noviembre de 2008, con Gobierno del PNV, se paralizó la promesa del Gobierno vasco. Tras ganar la Elecciones Autonómicas en 2009 el PSE-EE, dio órden de comenzar a intervenir quirúrgicamente a pacientes transexuales de la Unidad de Identidad de Género, y el 7 de diciembre de 2009 se realizó la primera intervención quirúrgica como había promovido y prometido el PSE-EE. Más información y fechas: Título iniciativa:Sobre la financiación del proceso de reasignación de sexo de las personas transexuales (2 de Noviembre de 2004). Y, Título iniciativa: Relativa al tratamiento de transexuales (27 de Septiembre de 2005).
(*2) La Asociación Errespetuz, fue fundada en el año 2008. La Asociación TRANSEXUALIDAD-EUSKADI fue fundada en 2002