lunes, 14 de febrero de 2011

«Ven mi nombre en la tarjeta y creen que la he robado»

El Correo-.
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Prefiere no dar su nombre de pila, al que ya no responde y que cambiará en cuanto obtenga la nacionalidad española. Se llama Linda, nacida en Argentina y casada con un español. Ha iniciado los trámites para homologar su título de enfermera y volver a trabajar. Para hacerlo «dignamente», lo mínimo es que «reconozcan mi nombre», clama. En estos momentos, engrosa la lista de espera en la Unidad de Género del Hospital Ramón y Cajal de Madrid para someterse a una operación de cambio de sexo, después de tres años de hormonarse. La cosa va lenta (lleva más de un año esperando), pero la cirugía en una clínica privada le costaría unos 12.000 euros. Linda se define activista de los derechos de los transexuales y ataca a las instituciones: «Si quieren que nos insertemos, que nos pongan herramientas. De lo contrario, la mayoría acaba ejerciendo la prostitución; somos la clase excluida de la democracia», sentencia.

Denuncia abiertamente el malestar que siente cuando en la consulta médica de atención primaria la llaman por su nombre de varón. «¿Te imaginas cómo mira la gente, a mí que voy siempre tan arreglada y coqueta porque soy y me siento una mujer?». O peor aun, que la traten como a una delincuente en cualquier centro comercial al entregar la tarjeta con nombre masculino. «Entonces me acusan de fraude y creen que la he robado. Es horrible, no nos pueden discriminar ni excluir de esa manera». Al menos, se siente apoyada por su familia, a quien ha hecho ver que ella nació «en un cuerpo equivocado».