La transexualidad es un desacuerdo profundo entre el sexo biológico y el sexo psico-social o, dicho de otra forma, entre el sexo con el que se nace y aquel otro que la persona siente como propio.
La opinión de la psiquiatría oficial es que se trata de un trastorno, un síndrome profundo que causa un gran malestar, puede llegar hasta el suicidio, pero en realidad los transtornados son los psiquiatras que creen aun que la transexualidad es un transtorno mental. Las personas transexuales intentan buscar las causas en determinados desarreglos hormonales de la madre durante el embarazo o en alteraciones de la conducta durante la infancia.
La transexualidad se da en ambos sexos. Las estadísticas, sin embargo, hablan de más hombres que se sienten mujeres que al revés: aproximadamente uno de cada 50.000 hombres se siente mujer, y una de cada 100.000 mujeres se siente hombre.
Siempre se ha confundido la transexualidad con la homosexualidad. Todavía hoy hay mucha gente que piensa que una persona transexual es un gay o lesbiana. Esto, sin embargo, no es así. Una concepto no tiene nada que ver con el otro. Un hombre que se siente mujer y que necesita una CRS (Cirugía de Reasignación Sexual), es en realidad una mujer heterosexual. Pero también hay transexuales que, una vez reasignado su sexo (o sin realizarse la cirugía), se sienten atraídas o atraídos por personas de su mismo sexo.
La transexualidad es la IDENTIDAD SEXUAL (quien soy yo frente a mi misma o mismo y frente al mundo) y la ORIENTACIÓN SEXUAL otra (Quien me gusta).
El proceso transexualizador comienza con un estudio psicológico o psiquiatrico, para poder establecer con claridad que la persona es transexual, y no otra cosa (trastornos de personalidad, estados intersexuales, etc.) (pero esto se va a acabar); una segunda de hormonación (en el hombre que cambia a mujer aparecen las mamas y se producen otros cambios menores; en la mujer que cambia a hombre aparece la barba, el vello y cambia la voz); y una última de intervención quirúrgica, que puede ser más o menos completa (masculinización del pecho y creación de un pene a partir de la vagina, y vaginoplastia o reconstrucción de una vagina a partir del pene). Todo ello se puede completar con intervenciones reconstructivas, educación de la voz, etc.
La mayoría de las personas transexuales, sin embargo, no se someten a la intervención quirúrgica de genitales. Porque resulta muy caro, por motivos graves de salud, por ejemplo una cardiopatía secundaria debida al estrés y ansiedad. Pero, aunque no hayan modificado sus genitales, sienten que pertenecen al sexo que sienten. Porque el sexo psico-social se considera predominante. La genitalidad, tan profundamente arraigada en nuestra cultura occidental judeo-cristiana, se ve cuestionada claramente por la transexualidad. Y también las definiciones de sexo, de género, de identidad, de rol sexual.
Hay algunos países europeos, que incluyen los procesos de CRS entre las prestaciones gratuitas o semigratuitas de sus sistemas de sanidad pública. Algunos regulan algunos aspectos del cambio de nombre y sexo en los documentos de identidad. También el Parlamento Europeo aprobó en 1989 una Resolución en la que se pedía a los estados miembros que hicieran un esfuerzo por acabar con la marginación que sufren las personas transexuales, PERO DESGRACIADAMENTE NINGÚN PAÍS DE EUROPA LO ESTÁ CUMPLIENDO EN TODO EL PAÍS, SOLO POR COMUNIDADES O PROVINCIAS.
Andalucía aprobó en febrero de 1998 la inclusión de las operaciones de CRS, entre las prestaciones gratuitas del Servicio Andaluz de Salud.
Pero no sólo se trata de la gratuidad de los procesos completos de CRS. Algo muy importante para las personas transexuales es conseguir el cambio de nombre y sexo en su partida de nacimiento, en su carné de identidad, en todos sus papeles, aun antes del cambio quirúrgico de genitales. Lo contrario genera discriminación social, marginación laboral y por consiguiente se encuentran abocadas a la prostitución y a la frustración personal.